La llegada del hermanito

La llegada del hermanito

El Juego y la Socialización

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Los Reyes Magos son de Verdad, cuento para padres

Reyes-magos-

por Yolanda Ruiz de la Fuente

Psicóloga

Cada vez que se acercan estas fechas, me emociono pensando en la bondad de la Navidad  y en la ilusión de salir y ver las jugueterías, con el propósito de hacer feliz a mi hijo, sobrinos…acertando con los regalos, vosotros también, ¿verdad?

Pero a continuación me recorre la mente un pensamiento sombrío, más triste, relacionado con la ilusión de los niños ante los regalos y el cómo en estas fechas algún compañero del cole, algún primo o hermano mayor les hace llorar diciéndoles: “Papá Noel no existe, tonto” o “Los reyes son los padres, ¿¿¿no lo sabías???” y llegan a casa con esa carita triste que se te cae el alma a los pies y te preguntan sus dudas con 6, 7 añitos. ¡Se acabó esa inocencia!

Me he puesto a buscar como loca en casa un e-mail que en el 2006 o así me envió un apreciado compañero de trabajo, pero no lo he encontrado, así que he recurrido al Sr.Google y “eccolo qua” apareció el cuento que quería transmitiros, para esas ocasiones en las que vuestros hijos os preguntarán la verdad sobre los Reyes Magos…

 

 

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija  le contaba de las actividades en el colegio, ésta, en voz baja, como con miedo le dijo:

-¿Papá?

-Sí, hija, cuéntame.

-Oye, quiero que me digas la verdad…

-Claro, hija, siempre lo hago –respondió el padre un poco sorprendido-.

-Es que…-titubeó Lucía-.

-Dime, hija, dime.

-Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Lucía se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

-Las niñas dicen que son los padres…¿es verdad?

La nueva pregunta de Lucía le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:

-¿Y tú qué crees, hija?

-Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero como las niñas dicen eso…

 

-Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…

-¿Entonces es verdad? – cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!

-No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen- respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Lucía.

-Entonces no lo entiendo, papá.

-Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla.

 

Lucía se sentó junto a sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:

 

Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente quiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarlo. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:

 

-¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

-¡Oh s!- exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

            Baltasar, el tercero de los Reyes que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría comentó:

-Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito…

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el portal:

-Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo.

            -Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

-¡Oh Señor!- dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño y que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos.

-No os preocupéis por eso- dijo el Niño Jesús-. Yo os voy a dar no uno, sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.

 

-¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible?- dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración-.

-Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? preguntó Dios.

-Sí claro, eso es fundamental- asintieron los tres Reyes-.

-Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?

-Sí, sí. Eso es lo que pediríamos a un paje- respondieron cada vez más entusiasmados los tres-.

-Pues decidme, queridos Reyes: ¡hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando cuando la voz de nuevo se volvió a oir:

            -Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban regalos, Yo ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

 

Cuando el padre de Lucía hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:

-Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado. Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano, mientras decía:

-No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.

Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

 

Queridas familias, que seáis muy felices, ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

 

Inteligencia emocional

Daniel Goleman, pionero de los estudios sobre Inteligencia Emocional, la define como la capacidad para reconocer los sentimientos y asimilarlos, y para modificar nuestro estado de ánimo y el de los demás.
Es decir, que la inteligencia emocional nos ayuda a construir relaciones sólidas, a tomar decisiones correctas y a afrontar situaciones difíciles de manera eficaz.
Los factores que la constituyen pueden trabajarse y desarrollarse:
1. Conocer las propias emociones
2. Entender las emociones de los demás
3. Gestionar las emociones
4. Utilizar las habilidades sociales para relacionarnos con los demás

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LOS NIÑOS
Al igual que sucede con el resto de aprendizajes, la forma de manejar las emociones determinará la forma de afrontar la vida.
Educar en la inteligencia emocional servirá a los niños para:
– Reconocer las emociones y saber gestionarlas
– Desarrollar la tolerancia a la frustración
– Prevenir conflictos interpersonales
– Adoptar una actitud positiva ante la vida

Desde edades tempranas podemos trabajar con los niños los componentes de la Inteligencia Emocional, adaptándonos a su nivel de comprensión y de lenguaje:
1. Las emociones. El primer paso es identificar y nombrar las emociones, desarrollar un vocabulario emocional: “estoy enfadado, estoy contento, tengo miedo…”.
2. Los pensamientos y conductas. El pensamiento puede transformarse en positivo y constructivo si aprendemos a modificarlo, y en consecuencia, las acciones posteriores. Controlar las emociones y los pensamientos quiere decir frenar la impulsividad.
3. La autoaceptación. Es primordial que los niños desarrollen una aceptación incondicional de sí mismos y de los demás. Las figuras de referencia tenemos un papel protagonista.
4. La solución de problemas. Desde una edad temprana es bueno que los niños sepan que existen distintos tipos de situaciones y que cada una exigirá respuestas diferentes. Todo ello les enseñará a tomar decisiones poco a poco, comenzando por resolver situaciones cotidianas sencillas.
5. Las relaciones interpersonales. Se basan en el autocontrol y la empatía.

ASPECTOS RELACIONADOS

• LA AUTOESTIMA. Los primeros años de vida son fundamentales para que el niño adquiera seguridad en sí mismo, para que aprenda a autovalorarse y verse capaz de superar cada reto. Nuestra actitud y la valoración que hagamos sobre él y sus actos tienen un papel fundamental en este logro.

• AFECTO Y DISCIPLINA. Los niños que crecen rodeados de afecto, comunicación y disciplina tendrán asentadas las bases emocionales necesarias para afrontar su vida de forma equilibrada.
Mostrar afecto a los niños refuerza su autoestima y desarrolla su capacidad afectiva. Además, necesitan unas normas de convivencia y de comportamiento, siempre dentro de un marco de disciplina estable que les de seguridad. Los padres procuraremos que vaya construyendo una escala de valores que les permita distinguir lo que está bien y lo que no. En todo momento debe existir una línea clara y coherente a seguir por el padre, la madre y los adultos que conviven con el niño.

• PEDAGOGÍA POSITIVA. Utilizar la pedagogía positiva implica prestar atención al niño, valorar cada pequeño logro, escucharle y motivarle, reflexionando sobre si las expectativas que tenemos sobre él son adecuadas, razonables y equilibradas.
Hay que cuidar las expresiones, tono de voz y vocabulario al reñir al niño. Resulta mucho mas efectivo alentar lo positivo que recriminar lo negativo que queremos eliminar de la conducta de nuestros hijos. Sirven frases como:
– “Sé que eres capaz de ordenar…”. El niño piensa “soy ordenado”
– “Noto que cada día vas mejor en…”, produce ganas de serlo
– “Si necesitas ayuda, pídemela”, seguridad, confianza
Este instrumento tendrá efectos sorprendentes al comprobar la buena imagen de sí mismo que va construyendo el niño, y la motivación de mejora y superación que le estamos inculcando.

Sara Crespo

La vuelta a la rutina en los niños. (Depresión postvacacional)

Llega septiembre y con él, la vuelta a la rutina: volvemos a  nuestras ocupaciones, los días se acortan y disponemos de menos tiempo de ocio. Es inevitable sentir cierta tristeza al pensar que ha terminado el periodo que tanto hemos disfrutado.

Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por la negatividad ya que la vuelta a la rutina también conlleva aspectos positivos: es el momento de plantearnos nuevos retos, objetivos y proyectos con ánimo, de regresar a los horarios y actividades habituales, que nos dan seguridad y estabilidad y por supuesto, de seguir disfrutando de las pequeñas cosas que dan sentido a nuestra vida: la felicidad no termina con las vacaciones.

En el caso de los niños, también se ven afectados por este cambio y la incorporación al colegio puede verse acompañada de cierta apatía o tristeza durante este periodo de transición. Podemos facilitarles este proceso, no obstante, con unos sencillos consejos:

−     En primer lugar, tratar de no transmitirles nuestro desánimo.

−     Planificar el nuevo curso con ilusión: proponer nuevas actividades que sean de su interés, preparar el material escolar juntos, ver a sus compañeros antes de comenzar el curso… supondrá una inyección de energía para todos.

−     Antes de que comience el curso, adaptar poco a poco los horarios de sueño y alimentación: acostarse y levantarse mas pronto, establecer un horario regular de comidas…

−     Disfrutar de los momentos de ocio y aprovechar el buen tiempo que aún hace para realizar actividades al aire libre.

−     Con los niños mayores podemos repasar los contenidos del curso anterior (lectura y escritura, matemáticas…), y motivarle con la idea de avanzar y mejorar este próximo curso.

−     Con los niños mas pequeños, la adaptación debe realizarse de forma progresiva y adaptada, comenzando la escuela con periodos cortos que iremos ampliando progresivamente.

En cualquier caso esta situación es transitoria: pronto se habrán adaptado a la nueva rutina y estarán  encantados de  retomar sus actividades y de comenzar un curso lleno de proyectos e ilusión.

 

Sara Crespo Gil

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